EFESIOS 6 : 10 - 13
"Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes".
Introducción
Recordemos primero que en esta Carta, el Apóstol Pablo, no sólo nos está impartiendo una enseñanza, sino que nos da las bases para una vida cristiana práctica, en un mundo real y peligroso.
Y también nos dice cómo poseer la sabiduría y el poder necesarios para ello.
Los peligros no serán circunstancias casuales, sino poderes inteligentemente dirigidos para impedir que alcancemos la victoria.
Ya se habrán dado cuenta que esta forma de vida es diferente de la que “normalmente” llevábamos antes de conocer al Señor.
Pero, cuando llegó a los 18 años, de pronto se encontró con un compañero de la infancia que había escogido la carrera militar. Su aspecto, vistiendo el uniforme, le asombró.
Este encuentro le cambió el rumbo. Al oírle, se dio cuenta que era una forma de vida más atractiva, digna, y también una manera de independizarse de su familia.
La primera cosa que le sorprendió, fue su personalidad, su carácter, y seguridad. Recordó entonces que durante la Escuela Primaria era un niño tímido, y que le hacían bromas y burlas.
Este encuentro le hizo re-flexionar a mi amigo, y pensando en un supuesto cambio de vida, tuvo en cuenta algunas ventajas que observó en la carrera militar, pero hasta el momento no podía valorar el precio de lo que estaba decidido a llevar a cabo. No se trataba de un simple cambio de empleo. Ello implicaba un significativo cambio de forma de vida.
Pero un día, se decide a enviar la solicitud de ingreso; el Ejército lo llama atendiendo a su pedido. Se presenta, y luego de un previo examen es aceptado.
Allí comienza una serie de cambios de los que no tenía ni idea.
Le cambian su ropa por “el uniforme”; le cortan el pelo casi a ras; debe ajustarse a un menú de comidas; debe dormir en un enorme cuarto junto con unos 50 compañeros.
Lo despiertan al toque de trompeta. (Añoró de inmediato la forma en la que lo despertaba su madre: le acariciaba la cabeza y con dos golpecitos le decía dulcemente, ¡Vamos ya es hora!)
Comenzó el duro entrenamiento. Todo se hacía a la carrera. Más de una vez sintió un doloroso arrepentimiento por el paso dado. Y aunque físicamente notaba que iba progresando, los recuerdos de su vida anterior le estropeaban el sueño.
Lo único que lo mantenía firme eran dos cosas:
-Que no quería volver a su casa fracasado y avergonzado.
-Que seguía teniendo presente las ventajas que le habían hecho cambiar de rumbo. Se mantenía firme mirando lo que podía llegar a ser en el futuro.
Tiempo de preparación
Este joven se estaba preparando para combatir; luchar con un posible enemigo; exponiendo su vida y la de sus compañeros. Ese era el motivo del durísimo tratamiento en su preparación.
Grave error hubiera cometido el Ejército si al poco tiempo de recibir su “uniforme”, ya lo hubiera enviado a una guerra.
Por otra parte no podía salir del cuartel con uniforme, hasta que los superiores considerasen que su aspecto y comportamiento hubiese cambiado lo suficiente como para no verse en él a un “vulgar civil”, sino a un recio militar.
Cuando el propósito a conseguir es grande e importante, todo lo que conlleva la “preparación”, es también muy importante, porque de ello depende que tengamos éxito o no. Vida o muerte
Proceso de transformación
No podemos limitarnos al versículo que estamos estudiando (EFESIOS 6:13)
El Apóstol Pablo desde el principio del Capítulo 1, nos está impartiendo todo lo que necesita una persona que ha decidido cambiar de vida, enrolarse en el “Ejército de Dios”, adiestrarse y tomar Su armadura (las nuevas ropas, “el uniforme”)
Este proceso de conocimiento, preparación, vestidura (Armadura), lucha y victoria, la vivió en el mismo orden nuestro Señor.
A los 12 años, ya sabía para qué había venido a este mundo, enviado por el Padre. El propósito era muy importante.
Pero como hombre debía crecer en estatura y conocimiento.
Muchas veces me he preguntado ¿Por qué ese vacío de información de su vida de los doce, hasta los treinta años?
Creo que debía “prepararse”, y hacerlo bien para una tremenda lucha que iba a tener en el futuro próximo.
Y cuando ya estuvo listo, Dios el Padre lo cubre con el Poder del Espíritu Santo después de haber sido bautizado en aguas por Juan.
Se me ocurre que esto simboliza también esa Armadura, que le fue provista para entrar en batalla.
Y así fue, el diablo enterado de quien era porque posiblemente pudo conocer o ver que los cielos fueron abiertos, que el Espíritu Santo descendía sobre él y que una voz de los cielos, decía “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia”,
descarga todo su potencial de armas engañosas contra Jesús.
Lo tienta varias veces, pero... Estaba preparado y utilizó la armadura que Dios le proveyó.
Continúa la lucha; el diablo ya no quería ni acercarse a él; pero lo hace a través de las circunstancias y de los hombres con quienes podía contar.
Estar firmes en el tiempo de la prueba
Continúa la lucha; el diablo ya no quería ni acercarse a él; pero lo hace a través de las circunstancias y de los hombres con quienes podía contar.
Recordemos cuando Pedro le pide que tenga compasión de si mismo y que no vuelva a Jerusalén porque allí le quitarán la vida. Jesús le responde:
¡Quítate delante de mí, Satanás”. (MATEO 16:21-23)
Y así, fiel al Padre y al propósito por el que vino a estar con nosotros, enfrenta al diablo y todos sus secuaces en una tremenda lucha, que le exige, mucho más que hasta ahora.
Y así lo vence, lo destrona y le quita todo lo que ha robado.
Esto es lo que tenemos que tener en cuenta en nuestra lucha diaria.
El Diablo y sus ángeles disponen de un tiempo para probar a los hombres.
Coincide con el tiempo de misericordia en el que por la Gracia podemos ser salvos al creer en Jesucristo. Es el que nos queda hasta que Su Iglesia sea arrebatada.
Por lo tanto, aunque el diablo está vencido y ya conocemos su final, la lucha continúa, Los hombres no quieren sacarse la venda de los ojos y conocer LA VERDAD. El diablo nada tiene en nosotros, a menos que le demos entrada y para entrar no necesita mucho, lo suficiente como para justificarse delante de Dios.
Me atrevo a pensar, que esa armadura, que es un poder sobrenatural no sólo para luchar sino también para vivir, Dios la provee cuando viene sobre nosotros el Espíritu Santo que Jesús prometió a sus discípulos, diciéndoles:
“Recibiréis poder, cuando venga sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos…”
No fuimos nosotros, sino Él quien nos llamó.
Cambió nuestra naturaleza dándonos sabiduría para poder entender nuevas y diferentes enseñanzas.
Hasta podríamos decir revolucionarias, en el buen sentido. Contrarias a las que cono-
cíamos en el sistema del mundo en el que vivíamos.
Nos capacitó para tener contacto personal con la Máxima Autoridad y recibir sus personales instrucciones.
A partir del Capítulo 5 se nos determina en qué consisten los cambios que vamos a sufrir por causa de haber aceptado la “nueva vida cristiana”:
Lo que debemos hacer, y lo que ya no debemos practicar nunca más.
Creo que sería bueno que pudiéramos leer en este momento todo el capítulo 5 y el 6, hasta el versículo anterior al que estamos estudiando.
Cuando hablamos de enemigos espirituales, es posible que no tengamos presente, que ellos también se saben “enmascarar” o esconder bajo circunstancias o en otras personas.
El imperativo “Estar firmes” es considerado como la exhortación principal de este pasaje.
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