EFESIOS 6 : 17
"Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios "
Introducción
El yelmo en la Armadura de un soldado, era lo que le resguardaba la cabeza. Estamos hablando de la cabeza física.
Pero en la Armadura de Dios, el yelmo es una cobertura espiritual, y lo que protege es nuestra mente. Partimos de la base de que estamos hablando de personas nacidas de nuevo, y que por supuesto su mente está entregada al espíritu.
Si el Yelmo de la Armadura espiritual cubre nuestra mente, lo que debemos tener en cuenta son dos cosas:
¿En qué consiste esa cobertura?
¿Qué áreas de nuestra mente pueden estar expuestas al ataque enemigo?
La cobertura espiritual de nuestra mente está fundada en la seguridad de que somos Salvos. Y también en el poder que Dios nos da cuando somos salvos.
Cuando recibimos a Jesucristo como nuestro Señor, estamos recibiendo todo lo que Dios tenía preparado para darnos. ¿No es eso asombroso?
El más débil de los creyentes tiene en su poder todo lo que posee el más poderoso de los santos de Dios.
Ya lo tenemos todo, porque tenemos a Cristo, y en él se hallan cada una de las bendiciones espirituales y todo lo relacionado con la vida y la santidad.
Por lo tanto, tenemos todo lo que precisamos para vivir la vida tal y como Dios se propuso que fuese.
Teniendo en cuenta este hecho, cualquier fracaso no es debido a que carezcamos de algo, sino a que no nos hemos apropiado de lo que ya es nuestro.
Y esto es precisamente a lo que nos conduce esta parte del consejo de Pablo: “Tomad el yelmo de la Salvación”
En esto consiste el acto de tomar esta protección espiritual, en RECIBIR, lo que Dios nos ha dado.
¿Cuál es el cometido de un soldado?
El de luchar en las batallas. Y es precisamente lo que está haciendo Dios en nosotros en estos momentos.
Nos ha concedido el gran privilegio de ser el campo de batalla en el que se ganan sus grandes victorias.
Podríamos recordar la historia de Job.
Ese hombre tan extraordinario fue abatido, por una serie de tragedias. En un solo día perdió sus posesiones una por una. Finalmente perdió a toda su familia, excepto a su esposa. No podía entender lo que estaba pasando, pero Dios había escogido a Job para ser el campo de batalla en el que tuvo lugar el conflicto con Satanás.
Dios permitió a Satanás llegar al límite máximo, afligiendo a Job incluso en su cuerpo físico, permitiendo además que su mente estuviese angustiada, sin poder entender
Y cuando ya había perdido la batalla, en todas las cosas materiales y físicas, Dios bendijo grandemente a Job y le permitió usar un poder especial, para enseñar al pueblo de Dios a lo largo de los siglos que las pruebas y las dificultades no son sólo para la persona que las padece, sino que son un medio del cual se vale Dios para obtener poderosas victorias contra los poderes invisibles; y nosotros hemos sido llamados a ser soldados, que hemos aprendido cómo luchar.
Echemos un vistazo a los detalles de esta lucha
Estamos viendo que las distintas partes de la Armadura Espiritual, nos protegen y nos ayudan para tomar victoria contra los diferentes ataques del adversario.
Y aunque todo ha sido dirigido por nuestra mente espiritual, llega un momento en el cual el último recurso que nos queda es el PODER DE LA SALVACIÓN.
ISAÍAS 59:17; “Cuando el derecho se retiró, y la justicia se puso lejos; porque la verdad tropezó... lo vio el Señor, y desagradó a sus ojos, porque pereció el derecho.
Y no hubo hombre que pudiera interponerse. Entonces lo salvó Su brazo, y le afirmó Su misma Justicia. Pues la justicia se vistió como de una coraza, con yelmo de salvación en su cabeza, como ropas de venganza por vestidura, y se cubrió de celo como de manto, para dar el pago a sus adversarios.”
¡Qué maravillosas palabras!
El yelmo de la salvación nos protege contra el más fatal de los golpes que puede sufrir un hijo de Dios, que son las dudas acerca de su aceptación, tal y como es, por el Señor.
Lo que en última instancia protege a los creyentes es que Dios ya los ha rescatado de la esclavitud del príncipe de la potestad del aire y los ha sentado con Cristo en las esferas celestiales.
Al creer y aceptar esta grande salvación como yelmo, los cristianos tenemos todos los motivos para confiar en cuanto al resultado de la batalla.
¿De qué nos protege el Yelmo?
El yelmo protegía otra parte vital: la cabeza. En nuestras cabezas nacen ideas y pensamientos, captamos el mundo interior y el exterior, damos forma y sentido a nuestras sensaciones, etc.
Es la “sede” de la mente. Ya vimos que el principal campo de batalla se encuentra allí. Por eso debemos afirmarnos en que …”tenemos la mente de Cristo”… y para eso debemos madurar cada día, llevando cautivo todo pensamiento a Él. Porque nuestros pensamientos son, por lo general, carnales, errados y confusos.
Debemos proteger nuestra mente porque dice la escritura que “cual es su pensamiento en su corazón, tal es él”. Sometidos al Espíritu Santo nos dará una memoria sobrenatural, pues nos hará recordar todas las cosas que Jesús ha dicho.
En la cabeza también están nuestros ojos y la boca, que deben ser muy vigilados. En cuanto a los ojos, sabemos que influyen tanto en la formación de ideas y pensamientos, que Jesús dijo que podría ser mejor sacarlos para entrar en el reino de Dios y ya Santiago habló claramente sobre la lengua.
Solamente teniendo nuestra mente en orden, no sufriendo ninguna de las clásicas y legendarias “invasiones” que el enemigo acostumbra a intentar, es que tomamos conciencia de la autoridad que tenemos en Cristo Jesús.
Los “agujeros” en el yelmo, tienen que ver fundamentalmente con el no conocer la Biblia. No conocerla por no leerla, por no estudiarla y por no escudriñarla, permitiendo así que el enemigo ponga en nuestra mente pensamientos que nos induzcan a error y confusión.
Otros agujeros tienen que ver con permitir que nuestros ojos y oídos juegan con el pecado: películas de terror, películas cargadas de obscenidad, revistas o folletos poco edificantes, programas televisivos con lenguaje soez y, además, no ejercer control alguno sobre nuestra propia lengua.
1 Tesalonicenses 5:8
“Pero nosotros, que somos del día, seamos sobrios, habiéndonos vestido con la coraza de fe y de amor, y con la esperanza de salvación como yelmo”
Una esperanza en la salvación, bien fundada y edificada, purifica el alma y la mantendrá protegida de Satanás; cuidará la puerta al alma de ser atormentada por el diablo.
El enemigo intentará llevarnos a la desesperación pero la esperanza en la salvación nos hará confiar en Dios, alegrándonos en Él.
No pierdas de vista lo que está haciendo Dios.
El mundo no lo puede ver y no tiene ni idea de lo que está sucediendo, pero tu lo sabes y lo estas viendo, así que no te desanimes.
Porque con el poder que Dios nos ha dado, tenemos asegurada la victoria,
Debemos mantenernos firmes, puesto que la victoria ha sido lograda por Jesucristo en la Cruz.
La solución
Dios nos da toda la protección que necesitamos.
Debemos poner solicitud en que nuestro andar con el Señor sea cierto, en que nuestras vidas sean rectas para con Dios y para con aquellos con los que entramos en contacto, que busquemos hacer la paz allí donde vayamos, que levantemos aquel escudo de la fe para apagar los dardos encendidos del diablo, que protejamos nuestras mentes de temores y ansiedades que nos asaltan con facilidad, y que empleemos la palabra de Dios de forma eficaz en el poder del Espíritu.
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